lunes, 22 de octubre de 2012

Visita al Molino de Martos. Museo del Agua.



Los molinos del Guadalquivir fueron conocidos, entre los siglos XIII y XVI, por el nombre de aceñas(derivado del árabe as-sania, noria de tiro) y fueron los grandes protagonistas de la industria harinera de la capital, tanto por su tamaño y capacidad de trabajo, como por su permanencia en el mismo lugar durante muchos siglos. El molino de Martos se encuentra ubicado en la presa conocida históricamente como “parada de San Julián”. Fue el más importante de cuantos se ubicaron en dicha azuda, y ha mantenido dicha denominación, derivada de su emplazamiento junto a la Puerta homónima, hasta la actualidad. El uso de este molino está ligado a la evolución histórica e industrial de la ciudad, pasando de ser aceña harinera, durante la época islámica y bajomedieval, a convertirse en molino de regolfo y batán entre 1550 y 1565.

El Jardín Botánico, en su compromiso de conservación de los valores culturales y naturales, integra este Molino como parte de su patrimonio etnológico y etnobotánico ayudando así a la interpretación de la historia a través de la cultura, la gestión del agua y la tradición en el uso de las plantas como fuente de alimento (harinas de cereal) y de producción industrial (paños y tejidos, pieles). El Jardín se asoma y baña en el Guadalquivir a través de sus molinos, facilitando la visita y comprensión de la flora y vegetación de nuestros sotos y riberas.

Entre 1236 y 1550 este molino, propiedad de la Orden Militar de Calatrava, consistió en una típica aceña medieval integrada por cinco grandes ruedas verticales que daban movimiento a cinco piedras de moler. Estas aceñas fueron sustituidas entre 1550 y 1565 por el edificio renacentista que hoy vemos, destinado a albergar diez piedras impulsadas mediante el nuevo sistema de regolfo (rodeznos horizontales instalados en pozuelos). En 1565 se añadieron a las diez piedras harineras tres batanes para el abatanado de paños de lana, ubicados en el extremo del molino. En torno a 1875 los batanes fueron sustituidos por dos grandes turbinas, cada una de las cuales daba movimiento a cinco piedras de moler harina, y un espacio destinado a almacén; a ellas pertenecen los restos que hoy subsisten en la zona del antiguo batán.